viernes, 29 de octubre de 2010

Hasta siempre

Por Florencia García Martelli
Piel de gallina. Esa es la única sensación que sentí  ésta mañana en Plaza de Mayo. Una plaza colmada de sentimientos. Gente llorando y expresando la tristeza misma, otros aplaudiendo y cantando para darle el apoyo a una mujer fuerte, muy fuerte. Una mujer que se bancó mucho, y seguramente, este sea el momento más fuerte que le tocó bancarse.
Un  cielo cubierto. El color gris se presentaba arriba y abajo.  Comenzó a llover. Muchas lágrimas que caían del cielo en forma de lluvia y otras de los ojos de varias personas. Pero nadie se movía, todos quietos, todos en sus lugares. El mal tiempo no impidió que la multitud siguiera concentrada.
Banderas argentinas, flores, pañuelos y carteles cubrían todas las vallas que rodeaban la Casa Rosada. Había gente de todas las edades. A mi derecha había una nena de dos años, a caballito de su mamá, gritando: “Viva la presi Cris”, y a mi izquierda, una señora de unos 90 o 95 años, canosa, con muchas arrugas en su cara, pero con una fuerza indescriptible. La piel de gallina se apoderaba de mí al escuchar cada canto,  cada aplauso, al ver todos esos ojos cristalinos.
Hoy se despide a un ex presidente, a un grande por donde se lo mire. Se puede estar a favor o en contra de este hombre que dejó la tierra, pero no se puede negar que fue un líder. Un hombre que estaba lejos de ser perfecto políticamente, pero que murió luchando y prefirió preocuparse por otros antes que por él. La peleó.
La ciudad está en silencio. Del cielo cada vez cae más agua y, sin embargo,  la gente sigue presente, dándole calor y fuerza a una familia dolida.  Los pies contra el suelo,  se niegan a despedir a Néstor Kirchner. Pero no le digan adiós, sino hasta siempre.
Se mantiene encendido el fuego argentino, que quemó, ardió y logro encender el fuego de todos.
 Bueno viaje, pingüino.

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