Por Florencia García Martelli
El pasado 28 de noviermbre se produjo un escandalo del que todo el mundo habla: el portal de internet, WikiLeaks, colgó en su página web 251,287 cables del Departamento de Estado de Estados Unidos. Pero no sólo se analiza la información sino la forma de filtrar los datos. Si bien, Julian Assange, fundador de WikiLeaks, es periodista, tal vez no todos piensen que “periodista” sea la palabra que más lo defina. Lo que hay que resaltar es que el problema no fue el contenido de la información, ya que “es importante revelar la realidad política o diplomática del planeta”, como opina el periodista de Le Monde, Remy Ourdan.
Cada habitante de este mundo, debería tener el derecho de saber como actúan los políticos y funcionarios que los representan, pero aparentemente la única forma de enterarse de eso es mediante la filtración de información en un sitio web.
En tiempos donde el internet y las redes sociales ocupan un lugar fundamental en la vida de una gran cantidad de personas, y que con simples pasos uno logra acceder a la vida privada de otro, no debería existir una barrera para saber los pasos que dan los representantes de cada país para negociar.
Periodísticamente, no fue errónea la actitud del joven australiano Assange en publicar el contenido de esos documentos, lo que no resulta meramente ético es difundir cables que eran totalmente confidenciales y que el joven no tenía ningún tipo de autorización en colgarlos en un sitio web.
Más allá de las distintas opiniones, Julian Assange, es una de las personas más polémicas en la actualidad, y si hay algo que hay que aplaudirle a este joven ambicioso es la investigación periodistica que realizó, ya que permitió que más de una persona se enterara de quiénes son en realidad y cómo se manejan esos políticos que mantienen “dos caras” frente a la sociedad de sus países. Nada mejor que la transparencia absoluta.
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